La euforia de la unidad con la naturaleza nunca cesa. Coexistes entre los animales como si fueras parte de su mundo. Elevado a caballo, atraviesas una manada de tierra o ves a un Topi solitario en un montículo de termitas. Sientes el viento bañado por el sol en tu piel, eres testigo de las briznas de hierba que ondean debajo de ti y escuchas los melodiosos cantos de los pájaros que resuenan en los árboles.

Cada viaje a caballo es único. Una ráfaga de pájaros del sol puede revolotear en la atmósfera, o puede pasar volando un turaco vibrante, dejando una mancha de color a su paso. Las cebras mueven las orejas y expresan un suave relincho, mientras que un león, bien escondido entre la hierba, levanta su mirada observadora. A caballo, eres un observador y un participante a la vez, absorbido por completo por esta experiencia inmersiva en la vida silvestre.