Como capital de Cuba, La Habana es una metrópolis extraordinariamente vasta y en expansión. La fascinante historia de la ciudad se refleja en la asombrosa diversidad de su arquitectura, sus habitantes multiculturales y su exótica y ecléctica cocina. El casco antiguo sigue siendo un centro colonial notablemente bien conservado. Se caracteriza por un exquisito hotchpotch de estilos arquitectónicos, de opulencia y decadencia, socialismo y capitalismo, pasado y presente. Las mansiones imperiales se han convertido en modernos edificios de viviendas, las agencias gubernamentales encuentran casas en conventos del siglo XVIII y los nostálgicos coches clásicos americanos por los que se conoce la ciudad comparten las animadas calles de La Habana con los últimos modelos de BMW y Mercedes. Si bien el programa de restauración financiado por la UNESCO ha introducido un mínimo de modernidad en la ciudad, La Habana ha logrado conservar su maravilloso patrimonio cultural, su carácter único y su innegable encanto.